Los recientes acontecimientos políticos en Brasil ganaron las noticias internacionales.
En plena Copa FIFA de las Confederaciones, llamado de evento teste para la Copa del Mundo FIFA 2014 que ocurrirá también en el país (supuestamente… hasta el momento…), manifestaciones populares tomaran las calles en las últimas semanas, ganando adeptos que llegaran a millones de personas.
En corta síntesis, todo empezó con el Movimento Passe Livre que reivindica gratuidad en el trasporte público. El protesto se motivó por un aumento de R$ 0,20 (veinte centavos de real, menos de diez cents de dólares americanos) en el billete de bus en Sao Paulo.
En la primera semana de protestos (que coincidió con el inicio de la Copa de las Confederaciones), la causa ganó fuerza.
¡Y la represión policial también!
http://www.youtube.com/watch?v=W6QVLE8PQJ8
Prisiones por porte de vinagre (!!) se mesclaron a actos de violencia gratuita de toda la naturaleza por parte de la policía así como de algunos de los envueltos en las manifestaciones.
Como resultado, en la semana siguiente, la ola de protestos se alastró por todo el país.
De las capitales a los pueblos, la lista de reivindicaciones es extensa y va desde la noble pero genérica “lucha contra la corrupción” hasta más derechos para los animales, por ejemplo.
Entretanto, algunas son constantes en todo el país.
Es el caso del manifiesto contrario a la Propuesta de Emenda a la Constitución n. 37, que busca dar exclusividad a la policía judiciaria para investigar crímenes (retirando el poder especialmente del Ministerio Publico, órgano que, últimamente, ayudó a tornar públicos diversos escándalos de corrupción del poder público).
V. ttp://www.camara.gov.br/proposicoesWeb/prop_mostrarintegra?codteor=969478&filename=PEC+37/2011.
Además, otras reivindicaciones comunes son la demanda por transporte, salud y educación públicos, gratuitos y con cualidad, con críticas severas al aporte aproximado de más de 25 billones de dólares gastos con modernos estadios para la realización de mega eventos deportivos, como las copas y los Juegos Olímpicos RIO 2016.
De los muchos hechos en este verdadero calderón, algunos llaman especial atención como obyecto de análisis en derecho digital y democracia participativa.
Primero, que las manifestaciones se organizaron y ganaron mucha fuerza por las redes sociales.
Repitiendo experiencias recientes al redor del mundo, especialmente en los países del oriente medio, las redes sociales se mostraron un ambiente propicio a manifestaciones populares.
Por esta razón, muchos entusiastas ya les denominan de primavera brasileña.
Segundo, que en la medida que las marchas ganaron cuerpo, los manifestantes pasaban cada vez más a enfatizar que se trataba de un movimiento de “no partidarios” (algunos “contra los partidos”).
Por esto, mientras ciertos medios de comunicación mostraban manifestantes incendiando banderas de partidos políticos (especialmente las de “izquierda”, ya que las de la oposición no se podían ver), muchos empezaron a afirmar que las manifestaciones ganaron un carácter nazi-fascista.
De hecho, cuando skin heads cantan el himno nacional involucrados en la bandera del país, o mismo cuando personas dichas “anti partidarias” atacan a cuchilladas militantes de partidos políticos presentes en un manifiesto supuestamente plural y democrático, es muy probable que el espíritu de Mussolini camine suelto por allí.
Pero parécenos un poco más cierto que, como enseña Bobbio, el problema no sea precisamente la existencia de los partidos políticos en sí, pero la falta de representatividad de los actuales. Especialmente cuando estos, al llegar al poder, pasen a realizar la vieja profecía de Orwell, haciendo a sus pares iguales, pero mas iguales a que los otros.
La historia, en la mayoría de los casos, prueba que levantes populares de mazas no creyentes en “los políticos” acaban terminar en regímenes totalitarios. Especialmente cuando están basadas en inocentes creencias de que héroes milagrosos (con el súper poder del bolígrafo) puedan aniquilar totalmente la corrupción y transformar una nación en la patria de los honestos… de los puros… de los “no subversivos”.
Pero también hemos demostrado que con la tecnología, con la Internet, con las redes sociales, sería posible volver a soñar con una democracia más participativa, para allá de los limites impuestos por la forma (o falta) de representatividad de los partidos políticos, de los parlamentos viciados, de las decisiones de ocasión, de los lobbies, de los intereses obscuros, etc.
Bastaría que la población tuviera amplio acceso a la tecnología y que la red fuera un ambiente libre de intereses. Un ambiente neutro.
La neutralidad de la red, aún, es uno de los principios del proyecto del Marco Civil de la Internet en Brasil, tantas veces comentado en nuestros posts anteriores.
Y ahí reside la más reciente desilusión.
Silenciosamente, la Internet brasileña viene sufriendo con los mismos problemas que sufren internautas en otras partes del mundo.
Esto porque la web surgió como una tecnología libre, abierta a nuevas plataformas y modelos de negocio. Pero este modelo se mostró poco atractivo financieramente.
Tanto que ya en 2001, con el crack de las empresas de tecnología, las cosas tuvieron que cambiar. Surgió entonces una nueva tendencia de negocios en el comercio electrónico, con el dudoso slogan de web 2.0.
En la práctica, el principal capital de las empresas .com seria las informaciones producidas por los usuarios y la capacidad de obtenerlas y cederlas para publicidad dirigida. La consecuencia que cualquier uno puede notar es que los negocios crecieron con el sacrificio de un valor fundamental a las sociedades democráticas: la privacidad del usuario.
Por eso, simultáneamente a los escándalos en Estados Unidos sobre determinaciones de las agencias de inteligencia del gobierno para que los gigantes de internet “prestasen ayuda” (sin resistencia) para obtener amplio acceso a todo que hacen ciudadanos “sospechosos de actos de terrorismo contra los EEUU” en todo el mundo, la Internet brasileña pasa a convivir con denuncias de censura y sistemáticas violaciones de privacidad por parte de todos los lados, especialmente en las redes sociales.
Facebook obliga a usuarios que escriben frases con “contenido sospecho” como “general” o “força nacional” a aceptaren nuevos términos de uso “autorizando expresamente que su cuenta de usuario pueda ser monitoreada”.
Hay muchos especialistas afirmando que el Marco Civil en Brasil todavía no se torno ley porque “no es interesante” la neutralidad de la red como un principio para ciertos grupos.
Por eso, esperamos que las flores de nuestra primavera no traigan la cemente de otro longo y tenebroso invierno en la historia del país.